Un día uno de Enero de mil novecientos sesenta y cuatro yo hice la comunión en el Plomo.
Mi padre que estaba allí destinado y sin saber cuando íbamos a salir de allí. Llegó el capellán de la guardia civil de Almería, que todos los años celebraba la misa en algún pueblo de estos perdidos de la mano de Dios, ese año toco allí y, mi madre, que de noche nos enseñaba eso de las cuatro esquinitas tiene mi cama, hablo con el capellán y le dijo que yo tenía ya nueve años y que no había echó la comunión y que no sabía cuando nos íbamos de allí, que ella quería que yo tomara la comunión ese día. El capellán le dijo que si yo sabia rezar y ella contesto que si. Así que ese fue el día de mi comunión.
Ese día yo llevaba puesta una falda de cuadros plisada, un jersey y una chaquetita azul claro de perlé: ese fue mi vestido de comunión. Mi hermana C estaba casi recién nacida y mi hermano ya tenia cinco años. Fue una ceremonia que yo me acuerdo muy bonita. Estábamos todos los guardias, con sus hijos y los hijos del cortijero que había, la señora Josefa tenia a mi hermana en brazos. Luego habían preparado unas cosillas para comer y esa fue mi comunión.
Mi padre que estaba allí destinado y sin saber cuando íbamos a salir de allí. Llegó el capellán de la guardia civil de Almería, que todos los años celebraba la misa en algún pueblo de estos perdidos de la mano de Dios, ese año toco allí y, mi madre, que de noche nos enseñaba eso de las cuatro esquinitas tiene mi cama, hablo con el capellán y le dijo que yo tenía ya nueve años y que no había echó la comunión y que no sabía cuando nos íbamos de allí, que ella quería que yo tomara la comunión ese día. El capellán le dijo que si yo sabia rezar y ella contesto que si. Así que ese fue el día de mi comunión.
Ese día yo llevaba puesta una falda de cuadros plisada, un jersey y una chaquetita azul claro de perlé: ese fue mi vestido de comunión. Mi hermana C estaba casi recién nacida y mi hermano ya tenia cinco años. Fue una ceremonia que yo me acuerdo muy bonita. Estábamos todos los guardias, con sus hijos y los hijos del cortijero que había, la señora Josefa tenia a mi hermana en brazos. Luego habían preparado unas cosillas para comer y esa fue mi comunión.
Luego en ese año en septiembre fuimos la hija del cabo y yo a estudiar internas a Almería, a un colegio de monjas, que allí lo pasamos muy mal las dos, porque estábamos solas. El colegio se llamaba Madre de la Luz. Era como de la beneficencia. Yo tenía un pelo precioso, largo, y como allí me tenia que peinar sola pues me cortaron las trenzas. Ese fue unos de los peores días de allí.
De los muchos que pase allí. De noche había un puré malisimo pero había que comérselo. Si no te tocaban tres platos. Nuestros padres no venían muy a menudo, sólo les daban permiso cada tres meses, así que un mes venia uno y al siguiente el otro.
Bueno otro día mas un besin a todos.